martes, 15 de marzo de 2016

Café del Mar

Llamadme Lalo, y soy de tierra adentro, pero de tiempo en tiempo, me canso de esa vida, busco un rio, sigo su curso y llego al mar.

En mi corta, o quizás larga travesía por la vida, he descubierto que hay otros mundos alternos, que sirven  como un escape a la realidad, y que se puede acceder a ellos a través de los libros, de la música, de las películas y a través de algo tan simple como la pura imaginación... y dichos mundos no es mas que un gran alimento para el espíritu.

En el capitulo 2006  de esta travesía, fue cuando me sumergí por la música de Putumayo y de Café del Mar y que decir. Me acercaron a culturas tan diferentes e interesantes y descubrí que había un mundo secreto ecléctico y soñado, donde había escenarios paradisíacos y muchos sueños por cumplir. El mundo me lo podía comer de un bocado.

Fue entonces que un día me imaginé en Brasil, e imaginé todo. Podía volar porque tenía las alas, podía amar porque tenia un gran corazón, podía sonreír porque aun en la oscuridad sabía de que estaba hecho. Y así fue, la vida me sonrió pero de pronto las nubes empezaron a acercarse, se nubló todo y una fría brisa se dejó sentir.

Ya ha pasado mucho tiempo después de eso y cuando se empezó a despejar, yo era otro y mis intereses ya eran otros y el café del mar había quedado guardado en alguna parte de mis recuerdos y de mi corazón. Y muy poco se había tocado de ello hasta hace poco.

Llegar a Brasil, a Rio de Janeiro así sin muchos planes de antelación me hicieron descubrir esta maravillosa Ciudad, pisar las baldosas de Copacabana fue un sueño, conocer las favelas fue parte del rompecabezas y haber estado en la costa Atlántica, sentado en el Café del mar, fue una gran cita con el destino.










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