lunes, 30 de agosto de 2010

El centenario del Reloj de Pachuca

Por 100 años ha marcado el tiempo de propios y extraños, cada segundo de la vida de los pachuqueños ha estado reflejado en el tañir de sus campanas. Ahora el tiempo le corresponde, sus largas manecillas darán el tic-tac de su existencia, la que ha visto caer una dictadura y también ser testigo fiel de un sueño revolucionario.

El gigante de 40 metros ha sido espectador y partícipe de la historia a lo largo del tiempo. Construido para festejar el centenario de la Independencia, ahora el Reloj Monumental de Pachuca no sólo marca la hora, sino también su propia historia al cumplir sus primeros 100 años.
En 1910, Porfirio Díaz solicitó a todos los gobernadores la creación de un monumento para conmemorar la Independencia. En Hidalgo, con el mandato del gobernador Pedro L. Rodríguez y con Alfonso M.Brito como presidente municipal, se sometió a concurso la obra, la cual fue ganada por Tomás Cordero y Osio, quien inició el proyecto en 1904 y un año después en 1905 fue detenido para continuar en 1907 y concluir en 1910.

Minuto a minuto el reloj ha marcado el tiempo de los hidalguenses. El cronista del centro histórico de Pachuca, Luis Corrales Vivar, señala que en esos años, 95% de la población en la capital del estado no tenía reloj. Pero los pobladores tampoco tenían la necesidad, ya que para conocer la hora, sólo era necesario escuchar; cada uno de las campanadas llegaba a los oídos de todos los habitantes.


Pero el reloj ha sido más que un monumento que da la hora, también la identidad de los pachuqueños, cada una de sus cuatro columnas ha sido testigo de la historia, la que está plasmada en los libro, y aquella que va de boca en boca. Le tocó la caída de la dictadura porfirista, que fue responsable de su creación.
Pero sobre todo es un reloj revolucionario. Inaugurado apenas dos meses y cinco días antes de estallar la revolución. A sus pies, marcó el tiempo a los pelotones de fusilamiento, a la fecha es uno de los monumentos más baleados en el estado, al contabilizar 200 disparos de la época revolucionaria, señala el decano periodista Juan Sánchez.

La explanada donde se ubica el monumento, originalmente llevaba el nombre de Plaza de las Diligencias, ya que era la estación de estos vehículos que corrían a la ciudad de México; pero con la llegada del nuevo reloj, su nombre cambió a Plaza Independencia. Este recinto de la ciudad ha sufrido infinidad de variaciones en estos años. Tuvo tres kioskos, jardineras y árboles han sido cambiados sin tomar en cuenta a urbanistas y arquitectos.

En 1978 la plancha sufrió nuevamente algunos cambios para construir un estacionamiento y un centro comercial que pretendía detonar el comercio en el centro histórico; sin embargo, la concesión de dos locales a la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) ahuyentó a la población hidalguense y el proyecto fracasó. A la fecha permanece sólo el estacionamiento.


El lugar, alerta Corrales Vivar, puede sufrir un colapso ya que el peso de las jardineras provocó algunas fisuras. Pero no sólo la plancha de la plaza ha tenido problemas. En 1996, el reloj estuvo “enfermo”: se le detectaron hongos y una inclinación de cinco grados, por lo cual durante el mandato de Omar Fayad Meneses como alcalde de la ciudad se decidió su restauración.

Durante meses dejó de dar la hora, la población acostumbrada a sus campanadas dejó de percibir su tic-tac; una enorme estructura cubrió al coloso, que además presentaba algunos grafitis por lo que fue necesario trabajar sobre el mármol de carrara y cantera blanca de su construcción.

Pero antes, en sus 74 años, el carrillón similar a la del Big-Ben, ya había sufrido algunas averías y dejó de dar la hora, sólo podía anunciar los cuartos.
Sus dolencias han sido curadas en estos años y el esplendor de su nacimiento ha vuelto al cumplir sus 100 años. Sus cuatro fachadas con estatuas que identifican a la Independencia, Libertad, Constitución y Reforma en su estilo neoclásico, se encuentran listas para recordar el 200 aniversario de la Independencia y los 100 de la Revolución.

Guardadas en el tiempo de sus manecillas, el monumento ha visto pasar la alegría y desesperanza de los hidalguenses; mítines políticos como el del presidente Álvaro Obregón, cuya visita ocasionó que las calles de la ciudad que eran verdaderos lodazales, fueran pavimentadas. También ha sido testigo de festejos políticos y deportivos.

Pero en sus 100 años las campanas no han repiqueteado de alegría, ni doblado de dolor, aun en la fecha más difícil para los pachuqueños: la inundación del 24 de julio de 1945, en donde un torrente de agua arrasó con todo a su paso por las céntricas calles de Allende, Morelos e Hidalgo.
Una fecha importante, señala Sánchez, fue la visita de un grupo de escaladores conocidos como hombres moscas entre los años de 1920-1930, quienes ante la mirada atónita de los pachuqueños de esos años, escalaron con los dedos las cuatro columnas del monumento.

Fiestas especiales 

Historias viejas e historias recientes se conjugan en un solo lugar: el reloj, para cuyo cumpleaños la alcaldía de Pachuca encabezada por Edna Geraldina García Gordillo prepara una serie de festejos. Entre ellos se encuentra un particular espectáculo de luz y sonido y se volverá a escuchar desde la torre la melodía del Himno Nacional Mexicano.

Geraldina García consideró que las fiestas del centenario y bicentenario son las más importantes para los mexicanos, por lo que los festejos se realizarán con esmero. La emisión de un timbre postal, la aparición en latas de refrescos, así como la colocación de estatuas en diferentes partes de la ciudad para realizar arte urbano, son parte de las actividades que se tienen preparadas para esos días especiales.

No hay fecha que no se cumpla ni plazo que no llegue y en septiembre, después de 100 años, el reloj estará de gala para recibir los honores por su centenario.

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